¿Quién no ha pasado por algún momento en su vida en el que
parece que todo está en su contra? Qué deseas cosas mejores pero no ocurren,
que buscas el amor pero este no aparece y acabas en una serie de fracasos
seguidos de decepción.
La mayoría de la gente piensa que el amor es algo que pulula
por ahí, que en el camino de tu vida lo encuentras en alguno de los estadios,
como una media naranja que esperaba a que la encontraras.
El verdadero origen del amor:
Está claro que para enamorarnos de alguien ese alguien debe
de existir. Pero prácticamente el resto va a depender de nosotros. El amor no
es algo que nos “invade de repente”, no es una “fuerza externa que no podamos
controlar”, si pensamos así. Nuestro foco siempre se centra en el exterior y
dejamos de prestarle atención al interior. Es muy fácil escoger el papel de
víctima del cruel destino que hace que el amor se escape de nuestras manos. El
amor empieza y acaba en ti.
Cuando se le pregunta a la gente por qué está soltera o por
qué terminó la relación anterior frecuentemente la respuesta es una colección
de críticas: “Los hombres son unos…. Solo buscan sexo”, “Las mujeres son muy
dramáticas”, “No me gustaba como hacía…”, “No era bueno en la cama”, “No se me
da bien la intimidad”, “Necesito estar un tiempo solo/a”, “Éramos muy
diferentes”… Como vemos son voces interiores críticas que sabotean la
situación, voces que nos proporcionan esas excusas. Pensamientos destructivos
dirigidos hacia uno mismo o hacia los demás. A veces el pensamiento es cierto,
sí, pero muchas otras veces son excusas que cubren un problema más importante,
más profundo. Un problema que al estar ahí, va a afectar a la siguiente
relación por igual. Normalmente nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, las
barreras que construimos, los miedos, las inseguridades, etc… Ellas sabotean
nuestras relaciones.
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