Nacer en verano o en invierno parece influir en que tengas
un temperamento más volátil e irritable o más contenido y recatado: el tiempo
determina el temperamento.
La temporada en la que se nace tiene una influencia duradera
en una serie de características, que van desde rasgos de personalidad,
tendencia a ciertas enfermedades y desempeño académico hasta, incluso,
probabilidad de fumar o suicidarse.
Las personas nacidas en invierno entran dentro del ámbito de
Capricornio, un signo que simboliza una mayor estabilidad –ligado a la tierra–
y las personas nacidas en verano entran, en algunos casos, en el signo de Leo
–ligado al fuego y a una personalidad más brusca e impulsiva–. Quizás esta
coincidencia entre la temporada de nacimiento y la astrología muestre que el
conocimiento astrológico, más que sostener que existe una influencia física de
ciertos planetas, es un sistema simbólico, arquetipal que relaciona los ciclos
de la naturaleza con la personalidad humana, trazando un puente entre la psique
y el mundo.
El temperamento es la influencia del tiempo o la marca que
el tiempo, con su gama de factores asociados, deja en una persona. Al parecer
existe una diferencia biopsicosocial en pasar ciertos meses y no otros dentro
del vientre materno y nacer en cierta temporada –con toda sus características
que, a su vez, influyen en el desarrollo.
La interpretación de la astrología y las sincronicidades de
Carl Jung justamente sostenía que cada momento tenía una particular cualidad y
al hacer algo en cierto momento se adopta la particular qualia de ese momento.
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