Definir esotéricamente los tarots no es ciertamente una tarea difícil: son cartas, cartas que llevan imágenes más o menos coloreadas, más o menos artísticas, transmitidas por la tradición o firmadas por buenos maestros del dibujo.
Un montón enorme de signos crípticos, diversamente
asociados, suficientes para trazar, en sus líneas más esenciales y profundas la
historia del mundo que es, en el fondo, la historia de cada hombre. Quizás es
éste uno de los motivos por el que los tarots, más allá de la habilidad del
cartomántico, más allá de las probabilidades y de la casualidad funcionan.
Hablan a través de símbolos muy íntimamente unidos a nosotros, infinitesimales
fragmentos de la humanidad: los arquetipos, los grumos de energía en torno al
que se construyen las creencias y la personalidad de cada uno, de la familia,
del pueblo, etc...
La cartomancia es un sistema que a través de asociaciones
simbólicas llega a revelar y definir el presente el pasado y el futuro del
consultante.
Ningún otro elemento se encuentra confiado a las manos del
adivino más que estas pocas cartas, un puñado de símbolos con los que él juega,
en los que se pierde, en los que establece relaciones e interdependencias.
Las conclusiones que obtiene son el fruto de imágenes
precisas, razonadas, perfectamente calibradas en su arcano simbolismo,
totalmente distintas a lo que puede ser visto en los sueños o en los posos del
café. De esta forma se teje el fenómeno de videncia sobre una trama de símbolos
de arquetipos, estándares, relacionados con las cartas extraídas. Ni siquiera
la extracción de las láminas tiene lugar de una forma casual. El consultante
las elige debido a una misteriosa atracción, aunque le sean presentadas boca
abajo.
Las cartas del tarot se han de consultar serenamente, en un
lugar tranquilo, en horas alejadas de las de la comida, después de haberse
lavado las manos cuidadosamente, concentrándose profundamente en la pregunta
que ha sido hecha.
Veintidós arcanos mayores y cincuenta y seis menores, que en
nada difieren de las de la vulgar baraja española, salvo la presencia de la
reina, es decir, una figura más entre el caballo y el rey.
Los arcanos mayores tienen diferente significado cada uno.
En total son:
Arcano número 1: El mago.
Arcano número 2: La sacerdotisa.
Arcano número 3: La emperatriz.
Arcano número 4: El emperador.
Arcano número 5: El sumo sacerdote.
Arcano número 6: Los enamorados.
Arcano número 7: El carro.
Arcano número 8: La justicia.
Arcano número 9: El ermitaño.
Arcano número 10: La rueda de la fortuna.
Arcano número 11: La fuerza.
Arcano número 12: El ahorcado.
Arcano número 13: La muerte.
Arcano número 14: La templanza.
Arcano número 15: El diablo.
Arcano número 16: La torre.
Arcano número 17: La estrella.
Arcano número 18: La luna.
Arcano número 19: El sol.
Arcano número 20: El juicio.
Arcano número 21: El mundo.
Arcano número 0: El loco.
Los arcanos menores suman cincuenta y seis, subdivididos en
cuatro palos: bastos, espadas, oros, copas. Cada palo tiene un significado, y
dentro del palo, los diferentes números, también tienen significado propio.
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